No sientas pena porque la luz del día
al anochecer deje el paseo del cielo;
no sientas pena por las bellezas idas
de campos y matorrales mientras el año pasa;
no sientas pena por la luna menguante,
ni porque las mareas retrocedan mar adentro,
ni porque el deseo de un hombre se vuelve por nada,
ni porque tu no me mires más con amor.
Esto lo supe siempre: el amor no es
sino la ancha flor que el viento asedia,
la gran marea que pasea por la orilla,
los escombros que dejaron los temporales.
Sentí pena de que el corazón aprende despacio
lo que la ágil mente contempla a cada rato.
al anochecer deje el paseo del cielo;
no sientas pena por las bellezas idas
de campos y matorrales mientras el año pasa;
no sientas pena por la luna menguante,
ni porque las mareas retrocedan mar adentro,
ni porque el deseo de un hombre se vuelve por nada,
ni porque tu no me mires más con amor.
Esto lo supe siempre: el amor no es
sino la ancha flor que el viento asedia,
la gran marea que pasea por la orilla,
los escombros que dejaron los temporales.
Sentí pena de que el corazón aprende despacio
lo que la ágil mente contempla a cada rato.
Edna St. Vincent Millay
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