La editorial Bibliópolis nos presenta la novela Visión Ciega, de Peter Watts dentro de su línea de Fantástica, una obra que nos recuerda las grandes aventuras de conocimiento cultural y contacto extraterrestre de Stanislaw Lem, una epopeya lingüística, filológica y psicológica en la que la humanidad del futuro se juega su existencia ante la amenaza de una civilización desconocida y misteriosa que se acerca a la Tierra con propósitos desconocidos y por tanto posiblemente belicosos.
Visión ciega es una obra de exploración en donde la ciencia (y la ficción) juegan un papel muy importante, no pudiendo ser de otra forma ya que la novela pertenece al genero de la ciencia-ficción dura. Y lo es, y también una novela apasionante, como lo es cualquier novela de investigación y descubrimiento en la que el objetivo primordial es el contacto con otras civilizaciones extraterrestres.
Visión ciega nos sitúa en una época futura (en el año 2082) en el que unas luminarias de origen desconocido han llegado a la Tierra con el objetivo de hacer una instantánea del planeta. Una amenaza si no sabemos quién o qué está detrás de la iniciativa. Por esta razón la humanidad envía una expedición estelar para seguir el rastro de la amenaza compuesta por los cerebros científicos y militares más relevantes del planeta en una nave llamadaTeseo que contiene los últimos adelantos científicos del momento. Una nave medio-viva que piensa por sí misma de una forma inalcanzable para el hombre, que desarrolla su intelecto a un nivel infinitamente superior por lo que necesita de un intérprete para comunicarse con los tripulantes humanos, en este caso un miembro de una raza de vampiros extinta en los albores de la historia de la humanidad.
La expedición hallará su objetivo en los límites del sistema solar, al descubrir una estructura viva en estado de gestación en la que las fuerzas electromagnéticas ingieren enormes cantidad de materia espacial, con una finalidad desconocida. La meta de la misión será contactar con el ser-estructura y dilucidar si sus intenciones son positivas o, negativas, y actuar en consecuencia.
Como decía antes, la novela de Peter Wats recuerda en mucho las novelas de Stanislaw Lem, en las que la humanidad se enfrenta al desafío del contacto con una civilización extraterreste. Obras como Fiasco, Edén e incluso Solaris nos vienen a la cabeza, en las que los misterios de las civilizaciones no terráqueas se convierten en los verdaderos protagonistas de la novela. Pues bien, Visión ciega se alza como una actualización de la temática lemiana donde la base de la trama serán los esfuerzos humanos para comprender y ponerse en contacto con los otros. Para ello el autor nos presenta a los componentes de la misión y sitúa al lector justo al lado de ellos, es decir, nos relata los avances y los retrocesos del estudio como si estuviéramos trabajando mano a mano, neurona a neurona, con los diversos especialistas. Los diálogos de los expertos son naturales, científicos, complicados a veces, misteriosos en algunas ocasiones pero interesantes y productivos y nos ofrecen una visión científica y tecnológica actual, o mejor dicho, actual en el futuro en el que está ambientada la novela.
Por eso es necesario indicar de nuevo que Visión ciega pertenece al género de la ciencia-ficción dura, en el que los temas tratados son peliagudos y espinosos, científicamente hablando, aunque las situaciones y los continuos descubrimientos y avances e incluso retrocesos de los miembros de la misión son apasionantes. En este aspecto la obra incide de forma intensa en el lenguaje, en las formas que éste adopta y las posibilidades de la comunicación no tan solo entre diferentes civilizaciones sino también entre los propios humanos. Algo que nos permitiría poder considerar la obra como una novela de ciencia-ficción lingüística.
Pero volvamos a la trama principal de la obra. La cuenta atrás en la investigación científica se iniciará poco después de presentada la casuística de la novela. Una cuenta atrás que obliga a los miembros de la misión a poner sus reflejos y capacidades físicas y sensoriales al máximo y exigirá que sus conexiones sinópticas funcionen al 250% de su capacidad habitual. Poco es lo que el hábitat de la forma extraterrestre permitirá investigar y, más concretamente, comprender a un grupo de investigación que no puede más que pensar con un modelo humano y antropomorfo, que, como en las novelas de Lem, dificultan la comprensión de lo otro, sobre todo cuando este otro no tiene nada que ver con la evolución de la vida “única” desarrollada en la Tierra. El debate entre los miembros de la misión llevará al enfrentamiento entre sus componentes que, en algunos aspectos, han dejado de sentir y de ser hombres: cuerpos que contiene más de una personalidad en sus límites mentales; médicos que sensorizan la realidad a través de máquinas corporales; especialistas militares con teorías y prácticas heterodoxas y culpabilizadoras; vampiros extintos que se convierten en el únicos nexo entre la tecnología viviente y los humanos…No por otra la civilización humana mostrada por Watts en su novela ha llegado a un estado de evolución científica y social difícil de entender por los humanos (lectores) de la actualidad. La muerte ha sido vencida y aquellos marcados por la señal del destino pueden acceder a crear su propio Paraíso en el que pueden ser visitados por sus seres queridos; los misterios de la mente han sido en parte desvelados, lo que permite a la humanidad actuar y operar sobre él, mejorar algunos de sus aspectos y amputar aquéllos perjudiciales para el comportamiento; las relaciones sexuales físicas han sido substituidas por el contacto virtual, en el que una tecnología algo parecida a internet ha remplazado a las costumbres amatorias humanas; la medicina puede sanar a los cuerpos casi más allá de la muerte. Toda una serie de modificaciones que convierten a la humanidad del futuro en un conglomerado de personas y comportamientos difíciles de entender para alguien chapado a la antigua como el que estas líneas escribe.
Todos los ingredientes están preparados y cocinados para que participemos en una investigación, para que intentemos entender lo otro, aquello que nuestras mentes limitadas no están capacitadas para entender y disfrutar de una aventura de ciencia-ficción (dura) en el que el futuro de la humanidad está amenazado, aunque nunca sabremos si el peligro proviene de fuerzas enemigas extraterrestres o de la propia descomposición de la sociedad y de la conciencia humana. Todo un misterio al que solo la lectura de Visión ciega le permitirá acercarse… y, con suerte, con mucha suerte, comprender.
Peter Watts (1958, Calgary, Canadá) es biólogo marino y reside en Ontario. Es autor de la trilogía formada porStarfish (1999, finalista de los premios John W. Campbell Memorial y Aurora), Maelstrom (2001, finalista del premio Aurora) y Behemoth (2004-2005). Su despegue internacional se produjo con Visión ciega (2006, finalista de los premios Hugo, Locus, John W. Campbell Memorial, Sunburst y Aurora). Actualmente prepara una nueva novela situada en el mismo universo. Su narrativa corta está recogida en Ten Monkeys, Ten Minutes (2000). Tiene una interesante página web en www.rifters.com.
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