25 mar 2012

Robert Reed - Médula




“Médula” ( Marrow) es la más exitosa novela hasta la fecha de Robert Reed, escritor estadounidense de ciencia-ficción, biólogo de formación, y que atesora 20 años de experiencia como escritor, así como cuatro designaciones para el premio Hugo y una para el Nébula. “Médula” es una novela que se puede clasificar como space opera, a pesar de que toda la acción transcurre en el interior de una astronave. Claro que no se trata de una astronave cualquiera. La Gran Nave tiene un tamaño comparable al de Júpiter y una masa equivalente a unas 20 Tierras. En su interior hay enormes cámaras equipadas para su ocupación, y debajo de las mismas vastos depósitos de agua, amoniaco, metano y silicio, así como la maquinaria necesaria para sintetizar otros compuestos a partir de los mismos. Más debajo aún hay ingentes tanques de combustible que almacenan océanos de hidrógeno líquido para alimentar las toberas de la nave, cada una del tamaño de un pequeño planeta. Por debajo, roca y un núcleo de hierro. La astronave es también inmensamente antigua; las estimaciones de su edad oscilan en los 6,000-15,000 millones de años, lo que la convierte en un objeto creado en los albores del Universo. Para hacerlo todo más enigmático, esas toberas están ahora apagadas, y en el interior de la nave no hay ningún rastro de los Constructores de la misma, ni indicación del propósito por el que la construyeron.
Por motivos de cercanía espacial, los primeros en llegar a la Gran Nave cuando ésta se aproxima a la Vía Láctea son humanos. Otras especies intentan hacerse con el control de la nave por supuesto, pero dado que su casco de hiperfibra es capaz de soportar sin inmutarse el impacto de un cometa a velocidades relativistas, no hay forma de conquistarla por la fuerza desde fuera. El control de la nave por parte de los humanos es pues definitivo. Cuando estos analizan la situación, llegan a la conclusión de que dada la inmensa velocidad de la nave es imposible detenerla: los motores de fusión sólo permiten realizar ajustes en el rumbo. Por este motivo, deciden circunvalar la galaxia, y abrir la astronave a cualquier especie que quiera habitar en una de sus cámaras (y pueda pagar el precio para ello). Eventualmente la astronave llega a estar ocupada por cientos de miles de millones de individuos de centenares de especies alienígenas. El control de la nave se mantiene siempre en manos de una jerarquía de capitanes humanos.
A pesar de la continua ocupación y exploración de las diferentes cámaras de la nave, un artefacto de ese tamaño y antigüedad guarda sorpresas. El impacto casual de un cometa contra el casco genera ondas sísmicas que revelan que en el núcleo de la astronave hay una enorme cámara en cuyo interior hay un objeto del tamaño de Marte. Se organiza una misión encubierta con los mejores capitanes de la nave para llegar hasta este mundo oculto que recibe el nombre de Médula. Mientras todos los miembros de la expedición se hallan sobre este planeta interior, un súbito fenómeno de formidable energía -el Incidente- destruye su vía de comunicación y los deja aislados en la superficie. Con la incertidumbre de si el Incidente ha podido eliminar todo rastro de vida en el resto de la nave, los capitanes han de reinventar la civilización en Médula, un mundo de hierro que a pesar de su enorme inestabilidad sísmica y volcánica alberga una flora y fauna de diversidad sin precedentes. El objetivo es retornar a la Gran Nave, y para ello hay que embarcarse en un periplo de cinco milenios, y superar una división entre los miembros de la expedición (y sus descendientes) motivada por el surgimiento de una mitología sobre los Constructores y sus lucha contra unos seres coetáneos de aquellos, los Inhóspitos. La acción y los secretos de la astronave se precipitarán cuando el retorno a la Gran Nave sea un hecho…
El punto de partida de la historia y algunos de los elementos que van surgiendo le dan a la trama un sabor a tiempo profundo y a escala cósmica que la hacen muy atractiva. La novela tiene un buen ritmo y se lee fácilmente, aunque algunos detalles pueden resultar un poco insatisfactorios. Por ejemplo, los humanos proceden de un futuro no muy lejano en el que gracias a la ingeniería genética, la nanotecnología y los cráneos de biocerámica, la inmortalidad es prácticamente un hecho. En esto se podría trazar una analogía con Schild’s Ladder de Greg Egan, y como en aquel caso contribuye a que la tensión por la supervivencia de un individuo, y la simpatía por los mismos sea bastante pequeña. No obstante, hay que decir que mientras que enSchild’s Ladder los individuos guardaban copias de seguridad remotas de la mente y podían recontruirse a partir de las mismas en cualquier momento, aquí la reconstrucción requiere la recuperación física del cráneo de biocerámica, por lo que su destrucción es de facto la muerte final. Esto le da algo de fragilidad a los humanos, y se agradece en las situaciones de peligro. Puede también encontrarse alguna similitud en la trama relativa al aislamiento en la superficie de Médula con los acontecimientos de Pushing Ice de Alastair Reynolds. El cambio de ritmo una vez se rompe dicho aislamiento es brutal, y a partir de ahí el ritmo es mucho más rápido, lo que por una parte se agradece, pero por otra hace pensar que el tramo final podía haberse alargado un poco más. El desenlace final es un tanto ambiguo, en la medida en la que aunque se da una hipótesis consistente sobre el propósito de la nave, no se llega a verificar fehacientemente. Las posibilidades para una secuela son evidentes, y de hecho dicha secuela ya existe: The Well of Stars.
En resumen, “Médula” es una lectura amena y me ha dejado con ganas

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