2 ene 2010

Paradox


Desde pjorge robo la descripción de esta estupenda serie británica Un grupo de tres curtidos policías deben evitar desastres diversos a partir de fotografías que un científico bastante arisco recibe varias horas antes de que vayan a producirse. Con sólo 5 episodios en su primera temporada, esta serie de la BBC logra no sólo un gran nivel de tensión –se podrá o no se podrá evitar la muerte o muertes programadas para hoy- en su carrera contra reloj, sino que además consigue plantearse cuestiones sobre el libre albedrío, el determinismo y el dilema ético planteado: si sabes que en el futuro próximo se va a producir una tragedia, ¿estás moralmente obligado a intentar evitarla?

Paradox hace varias cosas bien. La primera es que las tragedias van al final del episodio, donde deben estar para producir la sensación de que el tiempo se acaba, de la angustia a medida que el tiempo se acaba y las piezas no acaban de encajar todavía. Además, va variando la fórmula, de tal suerte que unas veces pasa una cosa y en otras ocasiones algo diferente, para que no puedas quedarte con una respuesta fija. Al principio, los personajes parecen simples policías dedicados a su trabajo, incapaces de quedarse al margen si existe la posibilidad de una tragedia. Pero poco a poco, van a evolucionando, y descubren que su implicación en los mensajes del futuro es cada vez más mayor. Saber que es posible conocer el futuro les va afectando de diversa forma, y en al menos a uno de ellos le fuerza a cambiar sus más profundas convicciones. Después de todo, si algo era evitable y no lo evitaste, ¿no eres moralmente responsable de lo sucedido?

Quién envía la imágenes, por qué o cómo son los grandes misterios de la serie. Al final de la temporada, incluso el científico que parecía sobrevolar los hechos como si todo aquello no fuese con él y para el que el único misterio es el mecanismo, acaba implicado totalmente. La razón de los mensajes es más nebulosa, aunque las imágenes son cada vez más personales y más cercanas a los protagonistas. La serie maneja muchas opciones e ideas, elucubraciones que los personajes se lanzan unos a otros a toda velocidad, como si fuesen personas reales que sueltan todo lo que les viene a la cabeza, por tonto que pueda sonar.

Algo que se le da muy bien a las series británica es ofrecer personajes que parecen reales, no sólo en el sentido de que reacciona como personas sino que incluso parecen sacado directamente de la calle, que son personas imperfectas y marcadas. En ese aspecto, el equipo de policías es impecable. Al principio parecen casi robóticos y sus relaciones se transmiten en unas pocas frases. Pero poco a pocos va aflorando el fondo de sus sentimientos, al intentar mantener en equilibro su trabajo con la sensación de que el mundo en el que viven es ahora completamente diferente, de que buena parte de los cimientos de su realidad se ha desvanecido. Destaca la jefa, como una mujer que intenta hacer las cosas lo mejor posible mientras sientes el peso creciente de la responsabilidad.

Paradox juega hábilmente con la inversión de la serie de policías, aquí no se parte de un hecho sino que se trata de averiguar qué va a suceder, con una ciencia ficción que no se escabulle en ningún momento de las preguntas fundamentales que se haría cualquiera. Si alguien te envía imágenes de hechos futuros, entonces tu destino no sólo no es tuyo, sino que probablemente esté controlado por una fuerza secreta. Tal incertidumbre es el origen de una angustia metafísica que subyace agazapada en el corazón de esta serie. El triunfo de Paradox es ser totalmente consciente de la presencia de esa sombra.

La bajas desde acá.

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