Una de las muchas estupideces que dijo Freud en sus días era la absurda idea de que los sueños se relacionaban con el inconsciente siendo desencadenados por deseos reprimidos inaceptables. Para Freud los sueños no eran una serie de experiencias sin sentido sino que eran la vía para acceder al inconsciente (la parte más recóndita de la mente humana). Según el cuentacuentos de Freud si conseguíamos descifrar un sueño y averiguar su significado oculto habríamos recuperado una parte del material reprimido que nos hace neuróticos, posibilitando así una cura.
Como el resto de las ideas grandiosas de Freud, ésta no se sustentaba en ningún tipo de evidencia o experimentación, e incluso era incongruente con algunas ideas que sostenían los teóricos de la época. Hoy en día la visión es bien distinta, se puede demostrar lo que muchos autores contemporáneos de Freud ya sospechaban, la interpretación de los sueños es una absoluta chorrada monumental.
Las teorías actuales sostienen que los sueños no tienen nada que ver con represiones ni inconscientes sino que tendrían algún tipo de función especial en el aprendizaje y la memoria, serían algún tipo de asociaciones de recuerdos que se producen en la corteza cerebral. Quizá sean un efecto residual necesario para consolidar las memorias e integrarlas con las que ya existen, o “recolocar los recuerdos”, o tal vez para “borrar” información que ya no nos es necesaria.
Durante el sueño se producen unas descargas eléctricas en una zona del cerebro llamada protuberancia que van hacia la corteza cerebral. Dichas ondas (llamadas PGO) se propagarían desde la protuberancia hasta el núcleo geniculado y la corteza occipital. Estas descargas provocan la activación de distintas áreas de la corteza (cuando una descarga llega a una determina zona del cerebro ésta se activa), y cuando se activan estas zonas “salen” una serie de imágenes y emociones allí contenidas que el cerebro trata de ordenar con algo de sentido (como si estuviéramos creando una historia a partir fotos sueltas).
Por explicarlo de un modo muy simplificado, podríamos decir que cuando la corteza es estimulada durante los sueños se activan las representaciones de diferentes estímulos y eventos (de múltiples modalidades sensoriales) almacenados en ella (del mismo modo que se activarían si los estuviéramos viviendo realmente), y el cerebro intenta ordenar estas sensaciones con algo de sentido. El problema es que durante los sueños casi no hay flujo sanguíneo en la corteza frontal inferior (responsable de organizar temporalmente y planificar), pero sí hay buen flujo sanguíneo en la corteza de asociación visual. Eso explica por qué tenemos buenas imágenes durante los sueños pero ordenadas de forma caótica, sin lógica, mezclando pasado presente y futuro, etc. Simplemente la zona encargada del cerebro de crear una estructura lógica está “dormida”, por eso nuestros sueños parecen tan absurdos.
Además durante los sueños están ausentes la noradrenalina y la serotonina por lo que la corteza cerebral y el hipocampo no pueden funcionar de forma lineal y lógica, sino que crean asociaciones remotas y extrañas.
Por lo tanto podríamos decir que los sueños son raros por naturaleza y esta rareza depende de la dinámica normal del cerebro, nada que ver con mecanismos de censura o represión.
Otro tema interesante también planteado por el psicoanálisis clásico es el por qué no se recuerdan los sueños. Freud sugería que los sueños no son recordados porque son re-reprimidos, idea poco lógica y bastante increíble. La neurociencia moderna, por su parte, sostiene que en ausencia de noradrenalina y serotonina los circuitos de la memoria de trabajo están atenuados, por lo que en el mejor de los casos tan solo recordaríamos una mínima parte de lo que soñamos (aproximadamente un 5%). Estos datos, junto con otros, parecen indicar que supuestamente no deberíamos recordar nuestros sueños, seguramente porque los sueños contienen información inútil, incluso errónea, que sería mejor ignorar o no tomar demasiado en serio. Como psicoterapeutas parece que no deberíamos prestar atención a estos contenidos como nos “dice” nuestro cerebro, el cual “se esfuerza” en borrarlos, seguramente por la inutilidad de los mismos. Idea bastante opuesta a las teorías freudianas acientíficas donde la interpretación era algo clave para tratar patologías.
En resumen podríamos decir que aunque se sabe cómo se originan los sueños todavía queda mucho por investigar sobre cuál es su función. La psicología fisiológica sostiene distintas hipótesis basadas en la experimentación, todas ellas de validez limitada. Pero lo que tenemos claro es que la teoría original de Freud no sólo no tiene ningún tipo de investigación al respecto sino que incluso contradice algunos mecanismos fisiológicos ya demostrados.
Por poner algunos ejemplos, veamos unas pocas de las afirmaciones gratuitas de nuestro amigo Sigmud, hoy en día hundidas por la evidencia científica.
Para Sigmund los sueños se originaban por deseos reprimidos inconscientemente mientras que para la ciencia se producen por activación cerebral durante el sueño. Asimismo las imágenes que vemos cuando soñamos ,para Freud, serian regresiones a nivel sensorial, mientras que hoy sabemos que se producen por activación de los centros visuales superiores. El psicoanálisis también dice que las emociones en los sueños son un mecanismo de defensa secundario del ego cuando a día de hoy sabemos que se producen por activación primaria del sistema límbico. Siguiendo con este cúmulo de absurdas teorías, para Freud la incapacidad de recordar era fruto de profundas represiones, sin embargo hay bastante evidencia de que se producen por una amnesia orgánica a causa de déficits de moléculas necesarias para el recuerdo. Otra brillante idea de Freud fue exponer que los sueños sólo se producen unos minutos antes de despertarse, por lo que habría que correr a anotarlos antes de que desvanecieran en el olvido para proceder a su interpretación mística, mientras que hoy se sabe que duran alrededor de 90 minutos, solo que como ya mencionábamos anteriormente estos se borran por carecer de sentido útil.
Quizás algún día en un futuro lejano sepamos más de los sueños, y quizás se pueda en cierto modo extraer algún tipo información. Lo que sí es cierto es que no será ni parecida a las invenciones fantásticas, oscuras y llenas de misterio de nuestro amigo Sigmund. Los sueños no son algo insano o represivo y desde luego no existen para mantener a las personas alejadas de los verdaderos motivos de sus patologías. Son una manifestación completamente saludable de la consciencia que acompaña al desarrollo cerebral normal y como tal debemos estudiarlos como acercamiento al funcionamiento cerebral y a las patologías pero nunca cayendo en creencias irracionales y misticismos.
Carlson, N.R. (2005). Fisiología de la conducta. 8ª Edición. Madrid: Prentice Hall.
Leahey, T.H. (2005). Historia de la Psicología. Madrid. Prentice Hall
Hobson, J.A. (2003). La farmacia de los sueños. Ariel Neurociencia
Tomado de psicoteca
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