10 jul 2017

Situación personal




Mi corazón se empecina en ver las cosas
la mitad con misterio y maravilla
y la otra mitad con sangre desvalida.
Un ala vuela así sobre la tierra,
alimenta la sal de la milagrería
mientras la otra se desangra herida.

Poseo un pantalón con varias manchas
y una camisa que he usado mucho,
una campera, los zapatos viejos,
algún par de alpargatas,
unos cuadros pintados por Roberto,
Manuel, Carlos, Cristóbal o el Gordo Mattalía,
unos libros que amo y que releo
en las noches que viajo adentro.
Y poseo también una manera muy tozuda
de escribir algún verso cotidiano,
pensar que he fracasado algunas veces
o a lo sumo he salido mano a mano.
Si establezco el balance, lo confieso,
me quedo muy perplejo, no sé si avanzo,
retrocedo o estoy con los picaflores
suspendido en un punto en el espacio.

Tampoco sé por qué razón de vida
me duermo preocupado, con angustias,
recuerdos, fechas, rostros, actitudes,
llagas, traiciones, tal vez caricias
y al otro día, como siempre,
me vuelvo a despertar sonriendo.

En otro orden de cosas siento mucho
no poder inventar la flor exacta
que nos haga llegar a la alegría,
matar el hambre, alumbrar los caminos.
Pero al final de cuentas puedo decir
que amo lo que hay que amar,
transito mis heridas, tengo mis dudas,
canto al amanecer de cada día
y estoy en paz, profundamente en paz
con mis fantasmas.


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